El gobernador que no se siente.
- Gerardo Preza Martens
- 16 ago 2020
- 2 Min. de lectura

Hace poco mas de 15 días, supimos por los medios de comunicación, incluidas las redes sociales, del resultado positivo a COVID-19 del gobernador Rosas Aispuro. Sin duda, fue una información que tuvo un amplio alcance no nada más a nivel local, sino tuvo eco nacional.
El gobernador de Durango estaba en la conversación ciudadana como pocas veces lo ha estado durante su mandato.
Tras la confirmación de que había contraído dicha enfermedad, se emitieron comunicados oficiales en donde se señalaba que el gobernador estaría aislado y realizando labores propias de su cargo desde su casa.
Al cabo del tiempo, fue el propio Aispuro Torres quien en sus cuentas de redes sociales informó de la reincorporación a sus actividades presenciales después de haber estado en reclusión y de realizarse nuevamente la prueba del COVID-19, dando ésta negativa.
Hasta aquí todo normal.
Sin embargo, durante su ausencia, la figura del gobernador se fue diluyendo al grado de que no se notó su aislamiento. No se sintió en el espacio público el retiro obligatorio por su contagio. Como bien pudo haber estado presente en funciones, no lo estuvo.
Salvo un par de días posteriores al anuncio sobre su condición, el peso social que debe tener un gobernante se redujo aun y cuando en la medida de lo posible, hizo el esfuerzo de estar presente de manera virtual en reuniones con su staff, gabinete y funcionarios federales.
Fuera del círculo mediático, burocrático y de análisis político, la conversación no giraba en torno a la ausencia del gobernador sino al coronavirus y las nuevas restricciones de movilidad incluida la reducción del horario de venta de cerveza o bebidas alcohólicas.
Para la reincorporación a la vida pública, el gobernador emitió un mensaje en redes sociales con un impacto limitado y una conversación que halagaba el regreso. Al día siguiente, la mayoría de espacios noticiosos electrónicos e impresos hacían lo mismo.
Fuera de ese contexto, los ciudadanos y la sociedad en general tienen otros temas de conversación, otras preocupaciones.
El morbo con el que se comentaba el contagio de COVID-19 del gobernador Aispuro ya no estaba más. Sin detonante, no hay ampliación de temas.
Seguro el gobernador regresará a sus actividades de costumbre y el gobierno comunicará de manera habitual, lo que conlleva a que siga siendo una comunicación unipersonal, de un solo sentido y con un alcance limitado.
Al gobernador y su equipo les hace falta un anuncio o acción que trace el rumbo de lo que sin duda será de mayor impacto social que la misma pandemia. El tema económico.
Con este asunto y sin descuidar lo demás, se tiene que sentir el gobernador, tiene que estar en la conversación de manera positiva, hablar de lo que le importa a los ciudadanos. Tiene que ganar terreno, poner su bandera.
Ahora mas que nunca, los duranguenses necesitan cerca al gobernador. Él y su equipo están obligados a redoblar el esfuerzo.
O usted, ¿qué opina?
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