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El espectáculo barato de la política mexicana.

  • Foto del escritor: Gerardo Preza Martens
    Gerardo Preza Martens
  • 18 sept 2018
  • 3 Min. de lectura

A menos de 75 días para que el nuevo presidente de nuestro país entre en funciones, los mexicanos estamos siendo testigos de una mezcla rara de políticos que se van y otros que llegan. Cada uno con sus cualidades y defectos, pero cada día la política mexicana nos da muestras de que aún no hemos visto lo peor.

Entre fuertes señalamientos de corrupción a una secretaria de Estado como Rosario Robles junto con la figura de “chivo expiatorio”, el caso enterrado de Odebrecht, impunidad a la vuelta de la esquina con el perdón, los cambios en la constitución de Chiapas para que Manuel Velasco sea sustituto de sí mismo, los “Manuelitos” en el mismo estado, la consulta ciudadana respecto del NAICM, los recién estrenados legisladores con su “aprovación” de exhortos y su reducción de prestaciones (no de salario) además del #TupperChallenge; vemos declaraciones y discusiones sobre llevar o no la comida en los famosos contenedores de plástico y otras bagatelas.

Así el nivel.

¿Realmente a alguien le importa que un Senador de la República lleve comida de vez en cuando al Senado en un contenedor de plástico? Y los otros días que no asiste al recinto, ¿Dejará de comer en los mejores restaurantes de la Ciudad de México cuando lo inviten empresarios o funcionarios?

¿Por qué no mejor hablar del Ramo 23?

¿Sabe de lo que se trata? ¿Para qué sirve? ¿Cuanta lana se designa a esta partida?

El Ramo 23 es una de las partidas destinaras a la infraestructura, que carece de esquemas claros de transparencia y rendición de cuentas obligada para el recurso que maneja. Dentro del Presupuesto de Egresos, fue instituida a principios de los 80 con un nombre distinto pero que en 1990 cambió a lo que es hoy; encauzando recursos a entidades federativas y municipios.

Las Reglas de Operación son ambiguas, dando como resultado la opacidad en el manejo del recurso. Obras inconclusas, deficiencias en materiales, retrasos y otras cosas encontramos en los informes. El Ramo 23 es conocido como el de los “moches”. Ahí es donde esta la lana.

Para el 2018 se le asignó al Ramo 23 un presupuesto de casi 7,500 millones de pesos solo para infraestructura en estados y municipios. Para darnos una idea y según la Auditoria Superior de la Federación, estimó un daño al erario de casi 8 mil millones de pesos entre 2013 y 2016 en esta partida.

¿Se da cuenta de la gran diferencia entre los temas en la agenda mediática y en su conversación?

Estamos hablando de Senadores que discuten por la comida en los Tupper o si hay botana para las sesiones, no de algo con mucho mayor trascendencia que sí tendría impacto directo en la ciudadanía.

Pero de eso no hablan ni los Diputados, ni los Senadores, ni el nuevo gobierno, ni el que ya se va, ni los legisladores locales, ni los dirigentes de los partidos políticos, ni la prensa. Nadie.

Es justo en la asignación de recurso para obras en estados y municipios en donde los legisladores federales tienen la posibilidad de cabildear según intereses de alcaldes y gobernadores. Obra autorizada en el presupuesto, seguro lleva algo de moche. Al menos así era la práctica.

Además, los Diputados Federales han manejado recursos de manera directa, adicional a la dieta que reciben. Cantidades millonarias para realizar obras en sus respectivos distritos. Por ejemplo, en el año del 2015 se les asignó 10 millones de pesos a cada uno para realizar obras sin un instrumento de control y rendición de cuentas. Multiplicados por 500, son 5 mil millones. En el 2016 trataron de poner candados y/o de cambiar de nombre pero para el caso es lo mismo.

Los ahorros no están en suprimir alimentos, bajar sueldos o dejar de comprar vehículos sino en la correcta aplicación del presupuesto con transparencia y rendición de cuentas. Finalmente, la movilidad económica depende en gran medida del recurso que ejercen los gobiernos.

Algo no está sucediendo, por que está clarísimo que ni siquiera los que siguen enarbolando la bandera de un cambio se han dado cuenta que seguimos viendo el mismo espectáculo que se da cada 6 años en el país.

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